jueves, diciembre 27, 2007

Secreto


El secreto compartido, las verdades dichas sin tapujos, sin anestesia, bien pueden ser el inicio de algo más que interesante, por todo lo que significa en este momento de nuestras vidas, donde los problemas parecen caer del cielo y las soluciones son efímeras.
El taxi transita por una Buenos Aires nocturna que me hace ver luces en la letanía y me explican, en parte, este nuevo sentimiento, las sensaciones y las formas de tu forma.
Veo tus manos pequeñas, femeninas, y a la vez firmes, que demuestran fuerza y contención en cada abrazo, pero que también buscan otras igual de protectoras.
Y en ese oleaje de cosas busco y me busco como alguien que disfruta cada instante y te pido que vos también lo hagas, para poder estar plena, por lo menos en ese minuto.
Un "te quiero" de tu boca suena de una forma inexplicable, por todo lo que trae consigo y lo atrapo en mis manos y en mi corazón. Me apodero de él porque soy el destinatario y ahí es cuando creo entender que la apuesta no es en vano, que me sirve para decirte que mi corazón ve hacia adelante, no vuelve atrás.
Que el camino es uno y está bueno transitarlo de tu mano. Descubriendo nuevos senderos y muchos paisajes, quizás algunos ya conocidos, pero que junto a tu mirada tienen otra perspectiva.
Unite, dejate convencer en un beso, como si fuera la primera vez de muchas veces por venir.

miércoles, diciembre 12, 2007

Devenir

El devenir de los tiempos los había alejado por cuestiones de vida, proyectos y objetivos.
Volvieron a verse luego de un lapso de varios meses y casi sin darse cuenta se confesaron realidades, presentes, pasados y futuro. ¿Juntos tal vez?
En cada sonido de sus palabras él apreciaba el movimiento de sus labios y la reflexión de sus pensamientos.
Ella pensó que él le había dado una especie de "suero de la verdad" desde su sonrisa y su forma de hacerla reír a ella.
Había una línea invisible entre ambos por la cual giraban sus cuestiones personales y se desnudaban sus deseos, ganas y esperanzas, esas que hacen bien al alma y renuevan las necesidades y utopías.
¿Hasta qué punto uno puede merecer este presente, luego de andar por caminos pedregosos y confusos?
Todos sabemos que nada es sencillo, pero ambos vislumbraban que al lado del otro podía ser mucho más sencillo y placentero.
Sus manos se recorrieron casi en sumultáneo y las miradas confluyeron en un punto invisible del firmamento. Se congelaron y sin decirse nada se dijeron todo.
Pensaron casi lo mismo y así se quedaron dormidos, soñando el uno con el otro, pero abrazados.

viernes, diciembre 07, 2007

Galeón

Tengo un galeón que busca surcar nuevos mares en busca de otros horizontes, dejando atrás islas que ya he inspeccionado y en donde la naturaleza hizo su parte, pero en la que ya nada me retiene.
Soy un bucanero, un pirata, un navegante que roba sonrisas, miradas y besos por las noches, con la luna como testigo.
Planeo un abordaje, alistando las velas, dando un viraje a estribor, evitando encallar, pero con ganas de tenerte en mi cubierta, contemplando la quietud del mar.
Podría nombrarte miles de hazañas, desencuentros, victorias y derrotas, con una copa de vino como compañera y en el jugueteo de mis palabras te conquistaría para dejar mi bandera en tu corazón.
Sin embargo, vos tenés tus pertrechos bien alistados, también la experiencia que se necesita para evitar los ataques certeros. Tenés una prolija cartografía, que estudias a cada rato. No sos tan sencilla de conquistar.
Ahí, tal vez, radique parte de tu belleza, gran porción de mi interés por conquistarte, más allá de tu silueta de pirata y tu mirada entre tierna y defensiva.
En el mar del amor se pueden cometer miles de locuras. Yo soy un marinero que quiere poder dormir a tu lado, raptarte entre mis besos y que te sientas la mujer más amada de la tierra.
Hacia mi aventura, que sos vos con toda la carga de sorpresas que eso también conlleva, voy.
No le temo a las tempestades, ni a las grandes olas, ni siquiera a los tiburones.
Me brindo con coraje, con el tatuaje de mis ganas y al reto del destino.
Cierro los ojos. Te robo un beso y pongo proa al horizonte, que es todo nuestro.

martes, diciembre 04, 2007

Perfume


Olió el aroma de su perfume en el living vacío.
Se dejó llevar por la fragancia y al mismo tiempo se le vino a la mente un campo de flores silvestres, un día de sol de cualquier primavera.
Algo había en el ambiente.
Él lo registró, lo incorporó y se sintió a gusto.
Gozándolo, demenuzando cada momento y recordando a la vez todo lo que habían conversado, que tuvo varias aristas y miradas cómplices, casi de códigos no preestablecidos.
Muchas horas después seguía sintiendo el olor de su perfume, pero ahora acompañado de una sonrisa del juego que hacía su mano derecha con su pelo.
Descubrió facciones, trazos, vías en su rostro que habían pasado casi desapercibidas.
Un té fue el compañero ideal para la charla, mientras de fondo Ismael traía la esperanza, esa que ambos -por diferentes o similares caminos- buscaban, anhelaban.
La madrugada se fue escurriendo y ellos no se dieron cuenta. Estaban a gusto.
Preferían ese espacio de intimidad en medio de la noche, que cualquier otra cosa.
Las reflexiones fueron abriendo paso a las maneras que tenía cada uno para mostrarse al otro.
Hablaban como si se conocieran de toda la vida y apenas tenían algunos encuentros compartidos.
"Hablé mucho. Vos tenés el suero de la verdad que me hace ser así", le dijo ella y puso una mirada tan tierna que él vio reflejada una luna sobre el lago, en un bosque de quien sabe dónde.
Lo cierto era que la garganta de él estaba crujiente y sin demasiado margen para hacer de interlocutor, pero además le gustaba escucharla, porque de esa manera también la iba conociendo y recorría sus palabras como quien se interna por senderos sinuosos, excitantes y llenos de sorpresas.
"¿Qué estaría pasando?", se preguntó él. "¿Qué es esto?", pensó ella.
Interrogantes que la vida, como siempre, les ponía frente a frente, tal vez para que se dieran cuenta que el tren tiene un largo recorrido con diferentes paradas, que cada uno elige para subir o bajar, llegada la ocasión.
El taxi la alejó de allí y ella dejó un beso que el retribuyó con algo de timidez y mucho de actitud.
Sabían que no sería el último y en todo caso, si lo hubiera sido, ¿qué importaría?, fue mágico e irrepetible.
Él abrió nuevamente la puerta. Respiró profundo y el perfume de ella le recordó que siempre hay una nueva oportunidad, Otra esperanza a la que aferrarse, y por fin volvió a reír.

Empedrado


Sin demasiada forma.

Algo engañoso en los días de lluvia.

Travieso.
Te hace tropezar. Romper un zapato.

Doblarte un tobillo. Dar un insulto al aire.

Asimétrico, pero a la vez romántico.

Histórico y también moderno.

Testigo del tiempo.

Así es el empedrado, que bien puede equipararse a
la vida y a las diferentes formas en que ella se nos presenta.

Todo sería mucho más previsible si el asfalto dominara la escena, con esa misma previsibilidad que trae aparejado el aburrimiento y la falta de sorpresa.

Por eso elijo el empedrado, por sus incógnitas en cada paso, cuando uno siente que la planta del pie se adapta a un terreno inhóspito, desconocido, pero a la vez tiene ganas de explorar, como quien recorre los labios de una mujer, aprecia su mirada o siente el olor de su perfume, que deja una marca en el alma.

Alguna vez pregunté "¿asfalto o empedrado?" y obtuve como respuesta unos pies desnudos junto a los míos, un amanecer en cualquier lugar, la complicidad de una risa, de un dolor y de una alegría.

La vida está llena de oportunidades y en la mayoría de los casos tiene la forma inequívoca de un empedrado, que además nos hace darnos cuenta que estamos vivos, que sentimos, que creemos, que apostamos, pero que también nos mantiene alertas, sabiendo que en el momento en que menos lo pensemos un mal paso nos hará tropezar y caer de bruces, sin chances para colocar las manos y evitar un dolor.

Las utopías muchas veces son como los empedrados, por eso son tan importantes creer en ellas, "porque nada es imposible, sólo basta con proponérselo".

domingo, noviembre 18, 2007

Escondidas


“Uno, dos, tres...veinticinco...treinta. Punto y coma, el que no se escondió se embroma”. La cuenta y el relato terminaban siempre con la misma consigna, que daba pie a la cacería detectivesca.
Uno se sentía una presa, como esas que muestra el Discovery Channel, pero que no terminaría con sangre en el cuerpo, sino descubierto y resignado hasta que el último pudiera hacer la “liberación” general y el cazador cayera derrotado.
Ese era el juego que mis noveles 9 años adoraban y esperaba casi con los nervios que imponía la aventura, pero no por el hecho de que me gustara esconderme y engañar -con el tiempo y los años comprobé que sí, era eso- sino que podría compartir el escondite con ella. Su nombre: Alejandra.
Era menuda, pero atlética. Tenía mi misma edad, pero un pelo rubio y unos ojos verdes que podían encender París con el simple parpadeo. La sonrisa abarcaba un abanico de felicidad y era de hablar rápido, como devorándose las palabras, típico de la edad.
Mi timidez, que es una constante en mi vida, pese a que muchos no me crean aún hoy en día, era mucho más fuerte por aquellos años, principios de los '80.
Los escondites que elegíamos con Alejandra, no necesariamente eran los más oscuros, sino que me parecen eras casi los mejores, y nos gustaba quedarnos mucho tiempo ahí, no para ganar el juego -que siempre es bueno, dado que uno quedaba como un héroe ante sus amigos- sino para estar un tiempito más juntos.
Aún recuerdo que en esos “pequeños mundos” que compartíamos, ella me tomaba de la mano, yo la miraba de reojo, sintiéndome un hombre con poderes especiales, por tenerla cerca, por saberla mía, por descubrir los sentimientos vírgenes de la vida, que se presentaban en un formato de pureza total.
La calle empedrada fue la que nos unió, nos hizo conocidos y compartió tardes de juegos. Ella tenía dos hermanas -una mayor y otra menor- yo un hermano -mellizo- y una hermana menor. La coincidencia era que ambos éramos los “del medio”.
Vivíamos uno frente al otro. En un barrio como Flores que permitía por esa época compartir la tranquilidad de la siesta, que yo aprovechaba para jugar con los autitos en la vereda, después de las tareas escolares.
La imagen cada tanto vuelve a mi memoria. Ella regresando del colegio, con su delantal tableado, con moño en la cintura. Su pelo agarrado por una vincha blanca y su valija color marrón. Yo cansado, con el guardapolvos con jirones de batallas futbolísticas, los zapatos algo -bastante- gastados y un flequillo que hoy es sólo recuerdo.
Nos repartimos una mirada a la distancia, de vereda a vereda, como si fuera un código, similar a cuando bailábamos lentos o jugábamos a ser Olivia Newton John y John Travolta, en “Grease“, acaparando las miradas de todos.
Alejandra se llamaba y fue mi primera novia. La vida separó nuestros caminos, por cuestiones de los padres que prefirieron bifurcarse para un mejor porvenir.
Un año más tarde la volví a ver. Ya no era la misma. Había crecido demasiado. La ví como alguien lejano y me decepcioné a mí mismo. Ahora la recuerdo y empiezo a contar: “uno, dos, tres...”, para ver si el tiempo regresa.

Dulce

Se entregó en parte cuando vio que la boca de ella se abría y le dio su dulzura a borbotones, sin medir, pero midiéndose.
La abrazó, se dejó abrazar y compartieron el infinito que habían construido en segundos.
Sin tiempos, sin relojes, ni teléfonos celulares, a los cuales por otra parte, no le daban importancia.
Unas copas de cerveza, una vela, la luz de la calle y la sensación de estar bien en medio de esa isla que por momentos colonizaron, sin necesidad de matar a nadie, ni obligaciones que comprometan el día siguiente, o el otro o el que vendrá. Si es que habrá uno igual o parecido.
Una exhalación, un suspiro conjunto, los brazos cansados, el sudor recorriendo las espaldas de ambos, y la cama corrida centímetros de su eje, como la tierra en medio de un eclipse.
Se sintieron a gusto. Se confesaron presentes y pasados. Rieron, lloraron y compartieron el silencio y la luz de una vela que se derritió por el tiempo.
El último beso fue el prólogo de una sonrisa cómplice y un dormir juntos. Pegados. Hasta la próxima mirada.

sábado, noviembre 10, 2007

Huellas


Se había levantado más de 20 veces para cerrar las puertas del bar de la estación de ómnibus, en esa gélida madrugada de abril, en plenas sierras.
Ella estaba profundamente en silencio. Apenas había tomado un café y un té, casi sin ganas.
En la televisión -descolorida y antigua- pasaban una película clase B que la distraía, y él criticaba por no entenderla.
El tiempo pasaba lentamente, casi como si fuera un reloj de arena y la tensión entre ambos -sin saberlo uno y el otro- crecía. Se volvía un infierno.
Todo ese tedio era para esperar un ómnibus que los sacara de ahí, para proseguir las vacaciones que ya no serían igual. Como su historia. Como sus vidas.
Al cabo de una semana sin casi verse, mucho menos tocarse o acariciarse e incluso mirarse como hacía algunos años atrás, algo se percibía en el ambiente. Aunque él fue más lento para darse cuenta -o tal vez no quería- y ella sufría dudas internas que no podía exteriorizar, mucho menos a él.
Por momentos, en los meses subsiguientes, pasaron a ser como extraños conocidos.
Las mañanas juntos eran una quimera y las noches de placer casi una utopía.
El tiempo fue acomodando las cosas, seguramente no donde los dos quisieron, sino donde pudieron.
Sus historias eran fuertes de manera individual, pero también lo era desde que eligieron compartir la misma huella.
Muchas cosas se fueron dando como obvias.
Ella esquivaba sus llamadas, estiraba los encuentros y ponía excusas para tratar de afrontar su realidad, que también -por efecto cascada- le tocaba a él.
Ensimismado en su trabajo, sus miles de horas por llenar, la vorágine en que consumía su tiempo, él casi no se dio cuenta que los continentes se habían desmembrado, que un océano los dividía y los ponía a cada uno en la orilla contraria, sin botes, sin salvavidas. Ni siquiera sabían nadar.
Para cuando la ficha cayó, el juego de la vida pareció darles un "game over", sin revancha.
¿Sin revancha?. Sin segundas chances. ¿Será esto posible?
Él no se resignó, pero buscó su tiempo -aún dicen los que lo conocen que lo está haciendo- y ella se recluyó.
Buscó inventarse otras "ocupaciones", se puso excusas para no llamarlo e incluso para tratar de olvidarlo.
Los pasos, las huellas, la senda, ya no eran lo mismo.
Los caminos se habían bifurcado, alejándose.
No obstante, la mesa de un bar continúa impertérrita a la espera de una definición.
Él tiene una última ficha y la jugará, se lo autoprometió, antes que el croupier diga: "no va más".

sábado, noviembre 03, 2007

Parado


Parado, así me encuentro. Pero no estático.
Es sólo un descanso, una pausa, una reflexión, la búsqueda constante a respuestas ausentes,
pero con preguntas vivas y sentidas.
¿Por qué el tránsito es tan desordenado?
¿Por qué tu corazón se frenó ante el semáforo en rojo, si vos muchas veces infringistes las reglas?. Tal vez ya no lo deseás. Te entiendo.
Igual sigo en mis sensaciones, en el recuerdo, pero también en ese inspeccionar el fondo de las cosas, aunque las cosas parezcan más sencillas de las que parecen.
A veces me vienen unos deseos tremendos de ir corriendo hasta tu balcón y decirte: "Hey, vos, la de la ventana...No te das cuenta que te amo con toda mi alma y que vos también!"
Sin embargo el circuito no cierra y aún falta algo de valor, pero sé que ese momento llegará, no sé si con una corrida o un balcón de por medio, tal vez simplemente sea un café, como el primero que tomamos y que sirvió como prólogo de unos pies juntos en un lugar diferente.
"Amo tanto la vida, que de tí me enamoré". ¿Recordás la frase?. Alguien me la sopla en auriculares y cae justa, precisamente cuando la hoja se mancha con una lágrima que sortea una mueca de felicidad y borronea estos trazos de birome, final del viaje de mis sentidos.
Creo en la esperanza, en una nueva mañana.
Espero otra ola, que te traiga a vos en la cresta.

martes, octubre 30, 2007

Decisiones


Decisiones. Hoy me levanté con esa consigna, teniendo tu mirada como horizonte, escribiéndote en un bar, sorbiendo un cortado y pensando en Sisifo, como me susurra Ismael al oído .
Así como hay una cuota de alegría al pensarte, también hay otra de tristeza por querer y no poder.
¿Sabés? El tiempo es veloz, pero yo no quiero correr, sino caminar a tu lado, saborear cada mañana, palpar cada noche, saber que al infinito siempre se le puede descubrir una estrella, si me das un beso.
Las cuestiones del corazón no se meditan, se mueven por esos extraños y hermosos impulsos que llevan consigo las mariposas en el estómago, las que alguna vez sentiste por mí, las que en cada primavera revolotean para saber que estamos vivos.
La ciudad tiene ruidos diversos, de esos que alteran los sentidos, pero los aparto y trato de refugiarme en tu risa, que es la mía. En tu "hola amor", que es mi "te quiero" y en esos silencios que son tan necesarios para poder apreciar y recomenzar.
Si en este "fad food" me ven escribiéndote, poco me importa.
Si voces agoreras piden que te olvide, serán desoídas.
Me pasa lo que me pasa y está bueno que me pase, de otra forma no podría saber qué me pasa.
Me hiciste una invitación alguna vez, en un arroyo serrano.
Tu mano indicándome el camino. Ahora soy yo el que te toma la tuya y te lleva allá, donde todo es de un solo color, el de tus ojos, que son mi mirada.

lunes, octubre 29, 2007

Coincidencias


Imposible decirte lo que sentí recorriendo paisajes similares a los que compartimos.
Distinto es sentir que no estás acá, pero debo entender también que por algún motivo lo escogiste.
¿Fue espontáneo o precipitado?
Pensando regresar en el tiempo, es tampoco puedo evitar sentir nostalgia, rabia, bronca e impotencia. Un cóctel de sensaciones que el lápiz no puede traducir en palabras.
Escucho una pareja discutir y capaz que es algún mensaje, como aquella marca en la piedra, como la garúa, el sudor y la trepada.
Las coincidencias existen, pero más fuerte son sus consecuencias, esas que no dominamos y vos me susurrás que está bien que así sea.
La cuchara gira en el cortado, pero es uno solo, no dos como siempre.
Alguna medida habrá que tomar, para que se abra el cielo o bien soportar el hecho de que la tormenta dure más tiempo.
Sé que el único freno serás vos y eso acciona como un freno quizás en mí también.
Sabés que nada es imposible, pero de a dos es mucho más placentero.
Necesito abrazarte y sólo tengo tu recuerdo, tu sombra...y no me basta.

viernes, octubre 26, 2007

Estación


Sigo esperando el micro que me saque de este paisaje de llanura, casi como lo desea mi corazón.
Mis oídos reciben una canción que bien pudo ser interpretada por vos.
El sol le va dejando paso a la luna, pero en la estación somo pocos.
Una pareja mayor, un perro vagabundo, tres chicos jugueteando por ahí y una muchacha que le confiesa a su amiga que el chico que le gusta se le declaró, pero no sabe qué hacer, si esperar un poco o darle el sí, mientras -complicemente- yo me río para mis adentros.
Y aún te extraño, más allá de que tu voz sonó cordial en el teléfono, hace rato que no puedo apreciar tu mirada, percibir tu ternura y sentir el abrazo final de una relación llena de fantasía.
Siento un ritmo interno fuerte.
¿Será porque se acerca el momento del regreso?.
Sin embargo, el micro aún no llegó a la estación, que comenzó a poblarse de personajes extraños.
Cigarrillos, fútbol más allá, y una chica saboreando un helado, porque parece que hace calor.
Doblando una curva veo el micro y con él la sensación de llevar mis dudas, angustias e incertidumbres a otra parte.
Voy a verte pronto, eso me mantiene vivo. ¿Me esperás?

jueves, octubre 25, 2007

Sollozos


Se estaba sirviendo agua en el dispenser y oyó unos tibios sollozos, como de alguien que quería ocultar su pena, bronca y angustia. Lógicamente no era el lugar el ambiente laboral para mostrarse vulnerable, dado que ahí -como quizás en ningún otro lado- confluyen con fuerza los siete pecados capitales, en sus más extremas facetas.
No vamos a mentir si dijéramos que él se quedó un ratín más para poder saber el final de ese difícil momento de su compañera de trabajo, por que sí...era una mujer.
Él era alguien con algo de experiencia, pero al que la vida lo estaba poniendo en una situación de toma de decisiones y en ese trayecto de contradicciones también había discutido con alguien antes de ir a la oficina.
Previo a traspasar la puerta de su casa dio un fuerte grito de desahogo que hizo temblar los azulejos del baño.
Pero la cuestión era que ahí estaba él, en plena oficina con su corbata de casi siempre y con una mirada que detrás de los lentes buscaban la de esos sollozos.
La vio entrar sacándose con su mano izquierda una lágrima remolona de su mejilla y con un fuerte soplido intentó encontrar aire donde parecía que no había.
Lo que no dijimos hasta ahora es que había algo que él no toleraba, que lo vulneraba y que exponía sus propias flaquezas y eran las lágrimas de una mujer, pero en especial las que provenían de una angustia.
Detrás de la columna la relojeó un poco, sin quere invadir su momento, pero sabiendo también que su ánimo había sufrido un vuelco y necesitaba un oído para ser escuchada, y una mano amiga para saber que dos son más que una.
Tampoco podía levantarse y abrumarla a preguntas. "El papel es frágil", pensó para sí mismo y comprendió que debía ser prudente.
Decidió enviarle un mensaje de texto, para hacerle saber que no estaba sola.
Siempre detrás de la columna, él vió como ella leyó el mensaje y percibió una mueca de ternura, mezclada con gratitud.
Respondió que eran cuestiones puramente laborales, por diferentes factores, para terminar agradeciendo con un "genio".
"Rélax. No todo es laburo en la vida", le aconsejó él, que era adicto a eso de las corridas y los horarios, que le habían costado el mismísimo amor en dos ocasiones.
Ella llegó a su casa. Colocó música suave. Prendió un sahumerio y tomó una copa de vino mientras caminaba descalza. Hizo catársis, pero por sobre todo, se relajó y sacó las angustias antes de probar bocado.
Él por chat le preguntó cómo andaba, y percibió que su ánimo era otro al acatar el consejo que le brindó.
Luego puso un tema de Queen y se quedó dormida, más tranquila, y con una sonrisa.

martes, octubre 23, 2007

Sabelo


Te conocí una noche especial, con música que mucho no entendí. Vos eras una estrella de rock. Lo demás se fue dando solo.
La complicidad, las charlas algo abstractas por momentos y los grandes temas de la humanidad.
Tus cargadas, las risas y las caras largas, pero nunca entre nosotros, aunque luego comprendí que no podía ser todo siempre risas, chanzas y jolgorio.

Tocaste la guitarra, te acompañé en los bongó.
Tomaste el pincel y ayudaste en esa maltrecha pared.
Hasta el hacer agujeritos era un momento único e irrepetible.
Por momentos tenés la mirada triste, pero también la palabra justa. En otros el brillo se apodera de todo tu ser.
Me enseñaste a medir el tiempo, a calmar ansiedades y a saber que a veces no todo depende de nosotros.
Deberías escucharte y comprenderías lo maravilloso que es tu pensamiento en ese instante y que loco parece todo también, ya que a veces nos sentimos ahogados, sin fuerzas, y no nos damos la opción de mirar por encima de la pared que la vida nos pone en el horizonte.
El sol es tu guía. Vos podés y me lo demostraste con tus ganas, con saber superar adversidades y apostar en positivo, pese a que en ocasiones nos agobie el presente.
¿Te acordás la rosa que te regalé para tu cumple? Sigue floreciendo en cada sonrisa tuya. Sabelo.

lunes, octubre 22, 2007

Sinuoso


Me siento un estúpido escribiéndote algo que seguro no leerás nunca.
"Cuando fue que se fue tu amor", una frase que tomo prestada para hacerla propia, para decírtela y jamás tendrá la respuesta que busco.
¿Importa eso ahora?
¿Somos masoquistas que nos gusta sufrir o bien es necesario pasar esta tempestad a la espera del sol propio, de la luz que nos guíe por un camino?
Sinuoso, escurridizo, curvo y sorprendente, como tu figura jugando entre las sábanas y tu inspiración agitada ante cada beso que te daba.
¿Para que recuerdo si es en vano hacer que regreses?
¿Por qué me aferro a vos como una tabla en el mar?
Tal vez porque lo seas y porque me gusta también.
Pero no sólo vos sos mi tabla en el mar, sino que yo quiero también ser la tuya.
Juego de palabras que conllevan toda una decisión detrás.
El tiempo que pasamos juntos no fue perdido, pero seguiré peleando para que al menos continúe.
Aunque sé que esto no lo vas a leer, te lo escribo igual, que más da.

Equinoccio


Una balada le dice: "nena, te extraño, tanto que no puedo respirar".
"¿Sabés? En parte es así", le dijo él mirándola a los ojos luego de mucho tiempo y viendo que el brillo que alguna vez ostentó por él ya no era el mismo.
"Yo sí puedo respirar", argumentó él, pese al cosquilleo en las manos y la gota de sudor que corría por su espalda, fría y tensa.
Esperaba el momento oportuno, pero ella parecía que no tenía ganas de darle un resquicio para la chance buscada.
La servilleta cómplice le sirvió de refugio para no tocar sus manos distantes, tan lejanas de aquellas que alguna vez lo acariciaron y le hicieron comprender que "otro mundo es posible", como dice Ismael.
Cerca y lejos a la vez, el tiempo es demasiado veloz cuando la felicidad se apodera de las almas en la gran ciudad.
Calles, ruidos, momentos, luces y sombras, todo se mezcla en cada instante.
¿Será que no somos dueños de nada? ¿Que estamos de paso y nos creemos eternos?
Una nueva luna lo esperaba a la vuelta de la esquina. Ella fue su equinoccio. La vida, como la tierra, seguirá girando y rotando.

sábado, octubre 13, 2007

Construcción

Si te ví así desnuda es porque tú me dejaste.
Abriste tu alma y me hiciste entrar en tu vida de una manera tan fuerte que no me imagino fuera de ello.
Propuestas simples desde un principio.
Un café, un amanecer en un cuarto de hotel, una exhalación, tomarnos fuertes de la mano y afrontar la mañana.
No se construyó en un día, fue mucho de voluntad, de tozudez, podría decirse.
Pero la belleza interna que irradiabas me hacía tomar coraje, tomar el timón y emprender el viaje más extraños, sin tener hoja de ruta, pero no importaba porque estabas a mi lado, contemplando las estrellas y viendo la luna llena.
De que sirven ahora estos esbozos de versos, si lo único que me dejaste fueron las ganas de extrañarte, de querer seguir construyendo esta ciudad propia, que tiene rajaduras por todos lados y que quizás no me doy cuenta, pero que tiende a desaparecer, así como tan de sorpresa dio pie a su inicio.
Apago la luz, ya es tarde, el insomnio perdió la batalla esta madrugada, y le arrojo un beso a tu foto que me espía, pero ya no me mira, igual que vos.

viernes, octubre 12, 2007

Utopías

¿Se puede vivir de utopías o con utopías todo el tiempo?

"Siempre y cuando esas utopías sean movilizadoras. No la utopía como un espejismo en la que uno espera sentado, embelezado mirando la lejanía, como con algo de resignación también.
Tampoco la utopía como ese destino obra de los dioses. Pero sí esa utopía que te impulsa y te obliga a seguir.

Vuelvo a aquello de (Eduardo) Galeano, de que ¿para qué sirve la utopía?, si cuando te acercas, ella parece que se aleja.

Sirve para caminar, siempre y cuando esa utopía te mantenga en movimiento. Lo importante no es tanto la meta de esa utopía, sino el viaje que te impulsa a progresar.

Creo que lo que define al ser humano es esa capacidad para perseguir los sueños, para soñar.

Realmente es lo que nos distingue como especie.

Además, el propio instinto de conservación, lo más elemental del ser humano, nos hace entender que tenemos que dirigir nuestros caminos hacia esos lugares y no tanto a los lugares a los que nos conduce el sistema de sociedad en el que vivimos".
(Ismael Serrano, 09/10/07. Hotel NH City. Buenos Aires. Argentina)

viernes, octubre 05, 2007

Ausencia

Veo miles de autos. Colores diversos y vos no estás.
El paisaje de la ciudad es gris, cuando antes era con luz. Todo desde que no estás aquí,
para escucharte, sentirte, acariciarte, verte dormir.
Si busco un responsable caeré en la cuenta que fui yo.
Me resisto a perderte, pero al mismo tiempo te siento lejos,
como detrás de un muro, hablando un idioma que no entiendo.
Cada instante compartido lo viví a pleno, pero al escribirte estas líneas
reconozco que hace tiempo ya no es lo mismo.
Veo en los ojos de otros la felicidad que en algún momento me hiciste
creer que podía derribar barreras, superar obstáculos y hasta escalar
las montañas más grandes del planeta.
La lágrima no puede detener su recorrido, no quiero que lo detenga,
si es así como te extraño en mi cama, en mis manos,
en mi mirada, que es tu mirada.
Busco no dormir, para que tu ausencia no sea más dura.
Quisiera despertar un día sabiendo que todo esto no pasó,
que no te has ido, que estás aquí, como ayer, mañana también.
Si muero no será por tí, sino porque no supe ser alguien sin vos.
Apago el velador y toco tu lado de la sábana, que está fría y, finalmente, dormí con tu adiós.

Paraje


Un paraje de cualquier lugar es ideal para pensarte, recordarte.
Saber que la apuesta es ir por más, pese a que las fichas parezcan estar todas jugadas.
El viento juega con las hojas y vos me dijiste "adiós", en ese preciso instante,
de no sé cuándo.
Palabras tan sólo eso me dejaste, algunas que no quise oír.
Detenido en el tiempo me tomó minutos desmenuzar estas sensaciones tan fuertes.
Quiero saber si la lluvia puede curar las heridas que dejaste una noche,
cuando vaya a saber porqué, el destino no separó.
¿No te das cuenta que ésta lágrima es por vos?
¿Que ésta angustia no es mía solamente?
Prefiero que cortes todo de cuajo, antes de continuar con esta incertidumbre
que carcome mis días, y al menos saber que si no te tendrés más será de una vez,
y no ilusionarme sin sentido.

viernes, septiembre 28, 2007

Extraños


Sin quererlo o sin darme cuenta el tiempo nos fue alejando, como si fuéramos extraños.
Casi de casualidad encontré una foto en la que nuestros sonrisas se unían y así también fui entendiendo este dolor que aparece en mi pecho, me oprime y quita el aire, dándome a entender que todo tiene un porqué, que es inútil que trate olvidarlo, que lo subestime o lo ignore.
Sos vos transformada en otra cosa.
Es tu recuerdo que sigue más presente que nunca, sin ganas de irse, que me aferra a tu amor, a tu mirada, a las palabras precisas para saber que es por eso que te quiero aún, más allá de las
tormentas, las lunas y los soles.
No puedo ver esa sierra porque me trae tu figura, que ahora está lejos, muy lejos.
Hubo un tiempo, sin tiempo. Sin horas, corridas o cierres de banco.
Un día con flores naciendo, con niños riendo, con labios unidos y manos calientes.
Hubo un tiempo, sin tiempo en que las diferencias comenzaron a abrir una zanja cada vez más grande y las paladas de tierra que tiraba para evitar la grieta fueron en vano.
Hubo un tiempo en que cerré los ojos, te di gracias y me lamenté al saber que no ibas a estar más a mi lado y tiré un beso al aire, para que llegue a tus labios.

Llamado


En vano esperó su llamado, que podría definir su futuro inmediato, pero también se dio cuenta que la ausencia del ring, le marcaba algo más que un "hola".
Se miró al espejo y no pudo detener la lágrima que surfeó por su mejilla hasta hacerse amarga en la boca.
Lejos estaba de ser alguien vencido, pero reconocía que tampoco le era ajena esa sensación de vacío, ahogo y soledad.
El primer sorbo lo bebió sin ganas, para olvidarse de todo, los restantes trajeron un montón de sensaciones, desde la alegría hasta la tristeza, pasando por la meloncolía y hasta el remordimiento y la bronca contenida.
En un flash se dio envuelto en un beso apasionado, en Piedras Blancas, con la naturaleza como única testigo, los pies en el agua y el sol sonriendo.
Extrañaba esa historia de compartir, se maldecía por algunas actitudes y se quedó dormido pensando que nuevos vientos estaban por empezar a soplar.
Perdido, así es como se sentía, con bronca por lo que es , pero con gratitud por lo que fue.
Ensayaba palabras en voz baja, casi siempre a modo de despedida, pero no era lo mismo, porque no tenía a sus ojos delante suyo y tenía el presentimiento que a ellos, nada podría ocultarle.
Puso música de la que solían escuchar y abrió la ventana para respirar el aire nuevo, ver el sol salir, soñar con otra mañana, pese a que su figura no iba a volver a estar entre las sábanas y le agradeció otra vez, como siempre.

lunes, agosto 27, 2007

Gotita


Ahora puedo mirarte a través de mi ventana, como si estuvieras aquí a mi lado, y pudiera decirte lo que pienso, mirándote a los ojos, viendo la profundidad de tu mirada, llegando al centro mismo de tu alma, que es la mía también.
Es como si estuvieras trepada a la rama del árbol, en esta madrugada lluviosa, deslizándote, dejándote llevar por el viento, por el aire, por mi.
Tomás la forma de una gotita, que cayó de muy alto, se posó en la punta de la rama desnuda y se quedó contemplando el horizonte, buscando encontrar complicidad.
Ni los truenos, ni el ruido de los autos te movieron de tu lugar, frente a la ventana, de cara a la ilusión, al salto al vacío, queriendo agarrar mi mano.
Pediste que te llevara hacia alguna aventura pero sabías que si te tomaba con mis manostal vez desaparecerías.La duda estaba, la necesidad también.
¿Cómo hacer para emprender el viaje, sin morir en el intento?, te preguntaste
El deseo interno podía más, pediste que te tocara, te alzara y te llevara.Las utopías se producen con los deseos y las ganas de hacerlas realidad.
Te posaste en mi huella dactilar. Te observé y pude contemplar tu sonrisa de satisfacción y placer.Te di un beso suave, para que no te esfumaras y te sentí fresca, completa.
El sol le ofrecía su cama a la luna, señal que la madrugada llegaba a su fin.
Te coloqué en la rama para saberte cerca, pero un rayito solar desvaneció el momento,y nos quedamos sin más besos.Sólo fue un instante, el que tardé en darme cuenta que era un sueño,que dormías placidamente a mi lado y las sábanas estaban algo arrugadas.



lunes, agosto 13, 2007

Gris

Gris, el día es gris desde que no te siento aquí, cerca como antes.
Blanca la noche que unimos nuestros labios para decirnos que nos queríamos y que el momento sería eterno.
Negro el día en que la desilusión nos invadió, nos atrapó, nos llevó a un punto sin retorno.
Un piano me trae aquella melodía que solíamos compartir, tirándonos en el piso, viendo el techo y dejando nuestras mentes libres de todo pensamiento, mientras rozábamos nuestras huellas dactilares y escuchábamos también el galope de nuestros corazones.
Frío es lo que siento aquí al lado mío, desde que escuché tu última palabra: "Adiós".
Te llevaste un girón de mí, me dejaste una lágrima en la mejilla y supe que ella viviría ahí por siempre.
Ni siquiera hubo reacción: "El amor se terminó", y con esa definición el planeta estalló una vez más, como en los tiempos del Big Bang , pero sin creación.
Cada paso dado en la dirección opuesta fue la construcción de un muro de alejamiento, y ya no hubo primaveras, ni luces, ni soles...sólo gris.
Me enteré tiempo después que tú decisión te había costado más de lo que demostraste, pero mentiste de forma piadosa y lacerante para que el dolor de ambos fuera menor.
Fue poco tiempo, aunque parecieron siglos y en este punto de la historia, cuando pasar al papel las ideas es lo más complicado y difícil, ambos sabemos -allí dónde estemos- que el amor en realidad no murió, que sigue y seguirá vigente en el tiempo, sin tiempo, sin colores, sin grises, con un poco de piedad y otro de pasión.

Igual


Supuse que todo estaba igual, así como te dejé aquella noche, dormida y tranquila.
Me equivoqué.
Una distancia invisible en metros y millas parecía separarnos y dejar sin efecto aquello que construímos, como se podía, como lo queríamos.
Buscaba el punto de partido, la grieta, el hecho que hizo que esto sucediera y caía siempre en el mismo punto, la incógnita se agigantaba, sin respuestas a la vista.
¿Seré yo? ¿Serás vos? ¿Una combinación de ambos? El tema es que el teorema no tenía una solución al alcance de la mano y comencé a ver imágenes pasadas que construyeron este presente y me ví dándote un beso, robándote una mirada y descifrando las huellas dactilares hasta descubrir la identidad que vos me querías mostrar.
Me quedé dormido con tu recuerdo y a la mañana siguiente todo seguía igual...el lado derecho vacío, y tu foto dejándome la estela. de lo que fue y pudo ser.

sábado, junio 16, 2007

Estrellas

Una noche de estrellas le pedía solamente.
Es susurros, casi sin voz, acercándose a su oído que muchas veces la había escuchado.
Se mordió el labio inferior y volvió a lamentar una nueva oportunidad perdida.
Volvería a intentarlo, se convenció y el tiempo sería testigo de su logro.
Cada vez que él escuchaba el pedido apelaba a evasivas y comenzaba a cambiarse para emprender la retirada de un combate sin ganadores ni vencidos.
Casi que se conocieron así. Sin tiempos, ni espacios, con sensaciones encontradas y el vértigo como compañero de ruta, pero ella quería echar anclas y pedía sólo una noche de estrellas.
En un descampado, la playa, las sierras o la gran ciudad, cualquier lado, pero a su lado, algo que no era posible y sus deseos chocaban una y otra vez con la realidad, sin anestesia y con una cicatriz en el alma que sangraba a cada paso, ante cada negativa.
Cerró la ventana que daba al norte, que reflejaba una noche con luces y sonidos que no registraba.
Evitó echarse toda la culpa, pero como sucede siempre, algo queda, algo daña, algo se aleja.

domingo, junio 03, 2007

Aroma


Le pidió un minuto de su mirada y entendió sin necesidad de palabras que algo estaba comenzando. Lo inexplicable, las cosquillas y las risas internas se multiplicaban en su ser, porque podía volver a ser quien fue.
Planeó muchas cosas. Sueños, realidades y también todo lo demás.
Se preguntó y respondió muchas hipótesis y entendió que no hacía falta continuar con eso, cuando sintió sus labios, su lengua abrazando la suya y se dio cuenta que lo que suponía, era en verdad una realidad.
Se dejó llevar. Quería ser una presa fácil de atrapar en ese juego de cazador-cazado.
Se miró al espejo y se vio bien, en plenitud, conforme con la imagen proyectada, aunque siempre "todo puede ser mejor".
"Aposté, intenté mil veces y ahora viene redonda. Disfrutá", se dijo más de una vez, al ver las sábanas arrugadas, producto de haber sido apretujadas en un momento sexual pleno, intenso, irrepetible.
Mientras tendía la cama el sol se coló por la ventana y le iluminó la sonrisa, la que hacía tiempo no podía mostrar por miedos, ausencias, y un corazón algo marchito.
Su taza había quedado con algo de café. La tomó entre sus manos y la olió, como tratando de sentir el aroma de ella, su perfume, su fragancia.
Hechó a reír y tiró un beso al aire. El mundo le estaba dando una nueva chance y no quería dejarla pasar.

miércoles, mayo 30, 2007

Palabras


Se sorprendió con sus palabras.
No se sintió incómoda, pero si con cierto cosquilleo que hacía rato no sentía.
Habían bastado un puñado de palabras para cambiar el panorama
y todo ese paisaje que se vislumbraba como algo de un color,
se tiñó de repente de otro estilo.
Sin embargo, su terrible racionalidad la frenaba,
le ponía un alto a sus necesidades.
Comparó sus pasos como los que dio Amstrong
a su llegada a la Luna.
Medidos, precisos, seguros.
Esto sucedía en su interior
y al mismo tiempo de su boca emanaban palabras tiernas,
para oídos que tal vez no oían.
No le importaban los preconceptos,
-estaban más vivos que nunca- y los tropiezos del pasado
se le aparecían como por arte de magia,
aunque no fuese ilusionista.
A cada rato se repetía su frase de cabecera: "Soy feliz",
por más que a la noche, el lado opuesto de la cama
estuviera vacío, casi helado de ausencias.
Ese día se lo dedicó para ella, se autoregaló mimos.
Fue de compras, a la peluquería y se tomó un café en un bar,
observando a la gente ir sin rumbo,
como entre perdida y desconcentrada.
Pensó en lo último que había experimentado,
también en lo que había sufrido y en la ventana que
se le abría una vez más.
Luego de muchas preguntas internas se decidió.
Tomó el celular y marcó su número,
sin respuesta más que la voz del contestador.
Eso le dio la pauta de que los sueños, sueños son,
pero que pueden hacerse realidad.
No dejó de apostar, el tren había partido de la
estación, pero siempre otro está por llegar.

miércoles, mayo 16, 2007

Vías

Una vía muerta deseosa de ser transitada,
y el sauce llorón que la contempla
como si tratara de consolarla.

El cóndor le trae fotos del exterior,
de un mundo que alguna vez tuvo,
que extraña,
y que sabe que no volverá.

Pasó de la vida a la inoperancia,
con su pasado detrás,
poco futuro por delante,
y los yuyos que la cubren,
como la tierra cae sobre los muertos.

Traía y llevaba prosperidad
a ese paraje perdido en las sierras,
que se forjó a su alrededor,
con el paso del tiempo y el
devenir de las estaciones.

Sueños de avance, de un mundo mejor,
del encuentro de un amor,
sin pedir mucho más.

Horizonte gris, nubes que tapan el monte,
lejos de la gran ciudad, donde aún las vías
llevan algo que recuerdos.

Debajo de las tejas de la estación se forjaron amores,
se revolearon pañuelos de despedidas y regresos,
de anhelos y frustraciones,
de alegrías y sinsabores.

El pito del guarda, el humo del vapor,
o la frenada de la locomotora,
son caricias que el tiempo llevó a otro lugar.

Hoy sólo es una postal fantasma,
de dos líneas de hierro paralelas,
que nunca se tocarán.
Se mirarán de reojo, con recelo y
compasión mutua.

Tal vez algún niño las utilizará como trapecio natural,
como inicio de su aventura,
de la búsqueda del tesoro,
o compañero de ruta, nada más.

Neblina, puros nubarrones
ante la falta de sol,
son buenos compañeros para decir adiós,
un hasta pronto,
un volveré a ser el que fui.

Y allá se van los coches que las pasan
sin remordimientos,
ausentes de detenciones,
dejándolas en plena noche,
con su soledad.




miércoles, abril 25, 2007

Despertar


La ruta se abre por entre la arboleda, llenando todo de aire cálido, trayéndome tu sonrisa, tus caricias, tu amor.
Tu figura me llena, se refleja en una flor, el viñedo, el sol que busca ocultarse y pide que lo mire tras aquél horizonte, como tu mano apoyándose en la mía.
Mi refugio es tu mirada, mi paz está con vos, compartiendo el camino, la piedra, la sierra, la naturaleza toda.
Alguien me dijo alguna vez que las obras deben ser contempladas y lo supe cuando te besé por primera vez, debajo de la lluvia y con el frío calando los huesos, pero nada importaba en ese instante, sólo que no termine.
Sencillamente aprecio el momento de escucharte, de sentirte, de tenerte.
El viento trae siempre el aire fresco de otros parajes, para compartirlo con vos y sentir que nada es en vano, si me encuentra a tu lado.
Locura linda que alguien puso en mi camino y que me lleva por los inconmensurables designios de la vida.
Intento poner en palabras lo que me das y esbozo un gracias, sin temor a equivocarme.
Supuse un día que la noche me tenía cautivo, pero la luz llegó desde tus ojos y se instaló a fuego cerca del corazón, para apoderarse de mi universo, sin preocupaciones.
Tu huella es profunda y el ómnibus me aleja del cerro, de vos, sólo por un instante, porque sé que mañana despertaré a tu lado, igual que hoy.

sábado, abril 21, 2007

Tiempo



"Hey, estás acá o viajando?", escuchó una vez más y se despertó, sin haberse dormido nunca.

Solía hacer esos pases, esos vuelos, esos "escapes" sin razón. De chico se sintió diferente, si al ser diferente sólo consideraba pensar o analizar todo, o casi todo.

Aún conservaba el soldadito de plomo con el que quería convertirse algún día, o aquél avión de papel que lo alzaba por los aires, soñando ser un conquistador del universo.

Cayó como caemos todos, pero los golpes lo fueron modelando, aunque la erosión se hacía sentir en la forma de expresarse, de relacionarse, de decir lo que quería decir, en hacer lo que quería hacer.

Pudo sobreponerse con esa característica de los jóvenes, con el hecho de saber que cada día vivido era uno más y no uno menos, que despertarse no era tan malo, ni tan sacrificado si había por delante un mundo por descubrir.

Así fue como la conoció a ella, en una tarde cualquiera bajo la lluvia de verano, compartiendo el mismo toldo para cubrirse, cruzando sonrisas y gestos, que siempre son referenciales y generan pertenencia, combinan actitudes y aúnan esfuerzos.

Aún no recuerda si fue un café, una gaseosa o qué, pero la invitó a ver caer la lluvia desde un bar, para conocerse mejor , ir más allá de los gestos. Ella aceptó, internándose también en un presente no pautado, pero que tenía ganas de afrontar.

Se conocieron de a poco pero intensamente, y aunque muchas cosas no les eran comunes, se sintieron acompañados, protegidos, escuchados el uno al otro.

Temas tribiales fueron el preludio de un "pasemos la noche juntos", que le pidió ella, que tuvo como respuesta un "...y muchas más".

Tampoco recuerdo cuando fue que empezó a escribir este rejunte de palabras poco pretensioso, en una forma de recordarla, sentirla y agradecerle que nada volvió a ser igual y que su paso dejó una marca, sin cicatriz visible, pero con la seguridad que perdudará en el tiempo, aunque ya no quede tiempo.

miércoles, marzo 21, 2007

Fluye


Sólo quiero darte cosas simples.
Un tiempo juntos, mirar el infinito,
sin pensar en nada, pensando en todo.

Saber que estamos cerca,
más allá de las distancias.
Sentir que nada es imposible,
si el camino nos ve tomados de la mano.

La realidad que nos circunda no permite dar tiempo,
es decir, darnos tiempo.
El combate que le planteamos es explorar cada instante que estamos
como si fuera el último de nuestros días,
sabiendo que es solo el primero,
de varios primeros ,
de otros momentos parecidos,
pero a la vez diferentes.

Es teoría, práctica, tesis y doctorado.
Es volar, es derrapar,
enderezar el rumbo,
sin tener un rumbo fijo.

Todo fluye.
Nos concentra.
No une.
No desata.

Tu mirada sigue ahí,
abriéndose cada mañana con el rayo del sol,
con el haz de luna,
con un "te quiero" como saludo.

Yo sólo te acompaño,
me dejo atrapar,
convencer y compartir.

Como aquél descubridor que va reconociendo el terreno explorado,
y en ese descubrir encuentra la razón de su vida,
su presente y futuro.

Cruzarte en esta vida es algo maravilloso,
y juro que volvería a hacerlo en la próxima.

Toma mi mano.
Toda la confianza está en nosotros.
Otro día está por comenzar.
Disfrutémoslo.

viernes, enero 12, 2007

Susurros


Su voz susurrandole algo, como si fuera un pedido, un alerta, un llamado de angustia.
Como previendo un desenlace que se negaba a aceptar.
Solo miraba por la ventana, ido, salido de su mente por campos inhóspitos.
Tal vez donde quería estar, lejos de ahí, libre, sintiendo el aire, oliendo fragancias.
En algún punto no podía contestarle y en otro, no quería.
Aún resonaban las palabras de ella en esa cama vacía y sudorosa, que hacía un momento había recibido los fluídos de los dos.
Esbozó una disculpa, pero no se convencía acerca de si daría resultado y se mordió la lengua,
y se guardó las ganas.
El aire del ambiente había cambiado en un abrir y cerrar de ojos, y todo era más espeso,
la atmósfera, las ideas y hasta sus cuerpos.
Se dejó caer al suelo y ella comprendió parte del mensaje que no salía de sus labios.
Ella tomó algunas cosas que había dejado en su departamento para cuando iba.
Ropa interior, remeras, un par de sandalias y algo de maquillaje.
Lo metió todo en un bolso, tratando de contener las lágrimas y a la vez sin dejar escapar una sonrisa, por los momentos felices que pasó junto a él.
El beso robado en el ascensor, la improvisada costura de un botón en aquellas vacaciones, o las fotos -casi siempre extrañas- que se sacaban.
Inmutable, como sin respuestas, seguía él, sin dar más explicaciones que sus insólitas reacciones.
Tomó el bolso, echó una última mirada al living y a esa imagen juntos sobre el modular y abrió la puerta lentamente.
En verdad ella esperaba que él aproveche su oportunidad final, pero parecía como que no la iba a aprovechar.
El click de la traba principal de la puerta le provocó un vacío instantáneo, pero a paso firme encaró para el ascensor.
Haciendo caso omiso al tibio "te quiero" que provino del interior.
Ya era tarde y el tren dejaba la estación.