martes, noviembre 22, 2016

Ruta




Ruta. Mojones que van marcando las distancias, casi las mismas que hay de un momento al otro. De un sí a un no, de un "tal vez" a un "puede ser".
Ahí estaban recorriendo el camino, hablando. Sintiendo. Viviendo el momento a pleno.
Lo sintió así. La miró sabiendo que no era una de las tantas ilusiones que tenía con ella, que era real, que ahí estaba, acariciando su cuello mientras la velocidad superaba los 90 km.
Ella estaba bien, contenida, al menos era lo que le transmitía y por momentos le dejaba entrever esa sensación.
La noche, profunda como los besos que se habían brindado minutos antes, era la compañía ideal para pensar que todo era real y no un sueño efímero.
Se dijeron algunas verdades. Se ocultaron otras. Se prodigaron besos y abrazos y se reservaron otros.
El tiempo fue ese enemigo que todo lo convierte en efímero y al mismo tiempo intenso.
Se regalaron la última sonrisa en diagonal y supieron que nada y todo lo que les sucedió, fue producto de sus deseos y de esa luna llena que los cobijó.

miércoles, abril 13, 2016

Besos


Bajo la llovizna vio como se daban un beso intenso, apasionado, desprejuiciado, lejos de todos, pero cerca de ellos mismos.
Nada importaba. Ni el mal tiempo, ni las carencias de la vida, ni siquiera los dos perros que aguardaban al lado del carro que protegía sus sueños, sus anhelos o sus miserias.
Se dieron un beso como si el mundo fuera a terminar en el minuto siguiente y sus voluntades se hubieran cumplido tal cual como querían.
No lo midieron, tampoco lo ocultaron, y por supuesto, lo extendieron todo el tiempo que sus labios y sus deseos lo quisieron.
Le causó ternura la escena que veía desde el colectivo, y hasta podría decirse, que también emoción.
Para dar un beso no hace falta más que la sencillez del acto, y el deseo mutuo, porque de eso se trata el goce y el placer.
Recordó también los besos que dio, que le dieron. Que pidió, que le pidieron, que negó y que le negaron, y entendió su vida resumida en esos instantes.
Se bajó y la lluvia seguía persistiendo, mientras una guitarra le cantaba al oído.

miércoles, enero 06, 2016

Vagabundo


Llueve. La gota se queda reflejada en el vidrio del ómnibus en medio de la ruta, en medio de la nada.

Tal vez pensando en ella, o solo mirando el paisaje es que se abstrae un momento de esa geografía, de puntos infinitos, de letanía y recuerdos a flor de piel.

El beso, la caricia, la voz entrecortada, el tragar saliva, respirar profundo o solo escuchar el silencio.
Una combinación que lo remonta a ese lugar en ese instante delante de ella,. tomando su mano temblorosa.

Él sabía que era ella y nadie más. Que el momento de la historia no era el más adecuado, pero quiso saber más de su persona.

Oler su piel, saber si lo extrañaba, si pensaba en él. Lo que se dijeron y las coincidencias le gustaban, lo atrapaban, lo envolvían. Lo asustaban ?.

Por un instante quería ser un perro vagabundo buscando su destino en la vida, algo que cada tanto se preguntaba.

Esa melodía: "voy a esperarte en esta puerta, voy a llamar a la estrella para poder verla".

Sabía, eso sí, que ella también estaba en igual condición de sensaciones y deseos, pero por las dudas con el freno de mano puesto.
Ya había tenido muchas marchas atrás y no quería una más.

Se dieron un beso más, tan dulce como el primero y él se bajó en su destino, para encontrarse con su piel otra vez.

Nena



Y si, ella estaba ahí, aferrada a la sábana. Estrujándola. Poseyendo algo que era solo para arrugarla.

Era sentir, vibrar, volar y transportarse a un lugar explorado en otras circunstancias, pero al mismo tiempo al que estaba descubriendo.

Se dejó llevar por sus besos, por el olor de su piel, y esas miradas que cruzó en más de una ocasión, pero que ahora tenía muy cerca. Suspiró, y eso también comenzó a formar parte de sus momentos.

Y sí, continuó agarrada a las sábanas con fuerza. 

Esbozó una sonrisa. Entrecerró los ojos. Lo sintió. Su lengua, su calor. El de ambos.

Entrecortada su voz, abarcó todo el lugar y siguió riendo, como una nena. Como su nena.

Una música, una voz que no era la suya, pero al mismo tiempo los pensamientos similares: "2 a 1", le transmitió con la mirada, al abrazarlo por debajo de las sábanas.

Siguió viajando con su mente, su alma, el cuerpo y más. Se relajó. Se dejó abarcar nuevamente y sí, volvió a sentirlo. Sus manos, sus caricias y sus besos que la transportaban a una galaxia aún desconocida.

Quería subir a una nave espacial. Cruzar la estratósfera y tocar el sol. Pero ahora estrujó la sábana y sonrió una vez más.