jueves, octubre 25, 2007

Sollozos


Se estaba sirviendo agua en el dispenser y oyó unos tibios sollozos, como de alguien que quería ocultar su pena, bronca y angustia. Lógicamente no era el lugar el ambiente laboral para mostrarse vulnerable, dado que ahí -como quizás en ningún otro lado- confluyen con fuerza los siete pecados capitales, en sus más extremas facetas.
No vamos a mentir si dijéramos que él se quedó un ratín más para poder saber el final de ese difícil momento de su compañera de trabajo, por que sí...era una mujer.
Él era alguien con algo de experiencia, pero al que la vida lo estaba poniendo en una situación de toma de decisiones y en ese trayecto de contradicciones también había discutido con alguien antes de ir a la oficina.
Previo a traspasar la puerta de su casa dio un fuerte grito de desahogo que hizo temblar los azulejos del baño.
Pero la cuestión era que ahí estaba él, en plena oficina con su corbata de casi siempre y con una mirada que detrás de los lentes buscaban la de esos sollozos.
La vio entrar sacándose con su mano izquierda una lágrima remolona de su mejilla y con un fuerte soplido intentó encontrar aire donde parecía que no había.
Lo que no dijimos hasta ahora es que había algo que él no toleraba, que lo vulneraba y que exponía sus propias flaquezas y eran las lágrimas de una mujer, pero en especial las que provenían de una angustia.
Detrás de la columna la relojeó un poco, sin quere invadir su momento, pero sabiendo también que su ánimo había sufrido un vuelco y necesitaba un oído para ser escuchada, y una mano amiga para saber que dos son más que una.
Tampoco podía levantarse y abrumarla a preguntas. "El papel es frágil", pensó para sí mismo y comprendió que debía ser prudente.
Decidió enviarle un mensaje de texto, para hacerle saber que no estaba sola.
Siempre detrás de la columna, él vió como ella leyó el mensaje y percibió una mueca de ternura, mezclada con gratitud.
Respondió que eran cuestiones puramente laborales, por diferentes factores, para terminar agradeciendo con un "genio".
"Rélax. No todo es laburo en la vida", le aconsejó él, que era adicto a eso de las corridas y los horarios, que le habían costado el mismísimo amor en dos ocasiones.
Ella llegó a su casa. Colocó música suave. Prendió un sahumerio y tomó una copa de vino mientras caminaba descalza. Hizo catársis, pero por sobre todo, se relajó y sacó las angustias antes de probar bocado.
Él por chat le preguntó cómo andaba, y percibió que su ánimo era otro al acatar el consejo que le brindó.
Luego puso un tema de Queen y se quedó dormida, más tranquila, y con una sonrisa.

1 comentario:

Intoxicada 3 dijo...

y a ella después bloglines le avisó que había una utopía sin leer... y se le llenaron los ojos de lágrimas otra vez. Pero ahora de emoción.
Genio bis.
Gracias... totales.