miércoles, mayo 30, 2007

Palabras


Se sorprendió con sus palabras.
No se sintió incómoda, pero si con cierto cosquilleo que hacía rato no sentía.
Habían bastado un puñado de palabras para cambiar el panorama
y todo ese paisaje que se vislumbraba como algo de un color,
se tiñó de repente de otro estilo.
Sin embargo, su terrible racionalidad la frenaba,
le ponía un alto a sus necesidades.
Comparó sus pasos como los que dio Amstrong
a su llegada a la Luna.
Medidos, precisos, seguros.
Esto sucedía en su interior
y al mismo tiempo de su boca emanaban palabras tiernas,
para oídos que tal vez no oían.
No le importaban los preconceptos,
-estaban más vivos que nunca- y los tropiezos del pasado
se le aparecían como por arte de magia,
aunque no fuese ilusionista.
A cada rato se repetía su frase de cabecera: "Soy feliz",
por más que a la noche, el lado opuesto de la cama
estuviera vacío, casi helado de ausencias.
Ese día se lo dedicó para ella, se autoregaló mimos.
Fue de compras, a la peluquería y se tomó un café en un bar,
observando a la gente ir sin rumbo,
como entre perdida y desconcentrada.
Pensó en lo último que había experimentado,
también en lo que había sufrido y en la ventana que
se le abría una vez más.
Luego de muchas preguntas internas se decidió.
Tomó el celular y marcó su número,
sin respuesta más que la voz del contestador.
Eso le dio la pauta de que los sueños, sueños son,
pero que pueden hacerse realidad.
No dejó de apostar, el tren había partido de la
estación, pero siempre otro está por llegar.

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