martes, septiembre 30, 2008

Tiempo


Tiempo, luego de un tiempo volvieron a hablarse.
No sabían si era el necesario, sino el que había pasado y sólo eso. La vida, ellos mismos, los ponía teléfono por medio.
Habrá reproches. ¿Por qué habría de haberlos? Se preguntaba él que internamente se sentía otro, pese a ser el mismo. Sale lo que sale y está bien que también pase.
Fue una catarata de palabras, ante cuestionamientos de ella. No le habló con la boca, ni con el cerebro, sino con el corazón.
Un sinfín de cuestiones, momentos y complicidades juntos se volcaron en ese instante. Pero por primera vez desde que se conocían se alzaron las voces. Ya no quería ser un simple: "Sí, como quieras".
El centro de su alma le pedía a gritos decirle eso y más. Si hubiera podido habría unido los 200 kilómetros que los separaban de una corrida. Para mirarla a los ojos y explicarle que no era mal tipo. Pero ella lo sabía, como también sabía que las cosas no eran iguales que antes y seguro no serían iguales en un futuro, por bien o por mal.
Pocas veces, como en ese instante, él tenía las cosas claras y transparentes sobre lo que quería con, para y por él y ella.
"No puedo creer que estemos hablando en este tono. Pero está bien, que pase. Nos debemos otra charla", dijo él y ella asintió, antes de decirle: "por ahora es todo, recordá que te quiero" y colgó. A ella, dicen, le corrió una lágrima.