martes, diciembre 04, 2007

Empedrado


Sin demasiada forma.

Algo engañoso en los días de lluvia.

Travieso.
Te hace tropezar. Romper un zapato.

Doblarte un tobillo. Dar un insulto al aire.

Asimétrico, pero a la vez romántico.

Histórico y también moderno.

Testigo del tiempo.

Así es el empedrado, que bien puede equipararse a
la vida y a las diferentes formas en que ella se nos presenta.

Todo sería mucho más previsible si el asfalto dominara la escena, con esa misma previsibilidad que trae aparejado el aburrimiento y la falta de sorpresa.

Por eso elijo el empedrado, por sus incógnitas en cada paso, cuando uno siente que la planta del pie se adapta a un terreno inhóspito, desconocido, pero a la vez tiene ganas de explorar, como quien recorre los labios de una mujer, aprecia su mirada o siente el olor de su perfume, que deja una marca en el alma.

Alguna vez pregunté "¿asfalto o empedrado?" y obtuve como respuesta unos pies desnudos junto a los míos, un amanecer en cualquier lugar, la complicidad de una risa, de un dolor y de una alegría.

La vida está llena de oportunidades y en la mayoría de los casos tiene la forma inequívoca de un empedrado, que además nos hace darnos cuenta que estamos vivos, que sentimos, que creemos, que apostamos, pero que también nos mantiene alertas, sabiendo que en el momento en que menos lo pensemos un mal paso nos hará tropezar y caer de bruces, sin chances para colocar las manos y evitar un dolor.

Las utopías muchas veces son como los empedrados, por eso son tan importantes creer en ellas, "porque nada es imposible, sólo basta con proponérselo".

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