miércoles, marzo 04, 2009

Sábanas


Humedad. Densidad. Piel pegajosa y una incógnita a cada paso. ¿Cómo será un día sin día?. ¿De qué manera vivir sin vida? o pensar sin pensar?.
Estiró sus piernas. Sus pies se entrelazaron con los de ella, que por instinto -y algo más- se unieron a la proposición de compartir temperaturas.
Una mueca de satisfacción. Un sonido gututal que llamaba a la invitación.
El alba estaba cerca. La noche había sido intensa. Con sudores, almohadas que se salían de órbita y cuerpos en busca del éxtasis final.
Demás está decir que todo vibró. Se modificó la escenografía del lugar y ellos no volvieron a ser los mismos. Sus pies juntos lo demuestran.
Se deslizaron por las sábanas, sin mirar relojes, ni preocuparse por si era lunes o jueves.
Lo único que sabían es que la historia los había señalado y en ese marco no pensaron más que en eso.
Él le besó la espalda. Ella le acarició el pecho.
Un fuerte viento atravesó la ventana y fue la señal inequívoca para volver a arrugar las sábanas. Un nuevo día comenzaba.

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