
Se hace cuesta arriba, como quere alcanzar un objetivo, una punta alta en el Universo, una mano en el fondo del mar.
Busco más allá de mis posibilidades y comprendo que la tarea no es sencilla, pero que el camino me espera con sus curvas, altibajos e imperfecciones. Como la vida misma.
Una palabra, tal vez sea eso. Contención. ¿Porqué no?.
Si tan solo se dejara a la mente descansar y todos los conflictos sean como un ramo de flores la cuestión sería mucho más sencilla.
Una puerta de escape, una salida de emergencia, un salto en paracaídas y las cosas que se acomodan, que se ajustan, que no se fuerzan, que sirven para comprender que no existe solo una cara de la Luna.
El suelo a veces cambia de relieve, de color y de olores, en una infinita gama de posibilidades y así y todo no supone que nada lo absorbe, cuando en realidad se siente sumergido en un lugar del que parecería difícil salir y sin embargo es tan sencillo con solo saber que una sonrisa, una mirada, una mano, una caricia o una lágrima compartida están ahí, a la vuelta de la sábana, muy cerca de tus labios, de tus abrazos y el elixir es un néctar dulzón y sabroso.
Comprender. Aceptar. Compartir. Hacia allá vamos.
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