jueves, julio 27, 2006

Espera


Como cada noche la esperaba.
Ponía el despertador a la misma hora: 7:45
Prolijamente revisaba una y cada una de las luces de la casa.
Apagaba todo. Controlaba la llave de paso del gas,
que estuviera cerrada y que los pasadores de la puerta
de entrada estuvieran en su lugar.
Se aseaba con suma paciencia. Orinaba, sin manchar la tabla.
Se cepillaba los dientes en perfecta simetría,
como si fuera una de esas danzas que se aprenden de memoria
y quedan grabadas a fuego.
Molares, maxilares, frente, contrafrente.
Siempre se quejaba por la sangre que salía de sus encías,
durante la tarea.
Se lavaba la cara con jabón de glicerina. Se peinaba con raya al costado.
Repasaba que no se le notaran las canas, que a esa altura eran una plaga.
Se colocaba algo de perfume y salía del baño apagando la luz tras de sí.
Un nuevo escenario lo esperaba.
Inhóspito, cruel, repetitivo y por momentos familiar.
Una cama vacía. Amplia, prolija, pero vacía al fin.
Ya no recordaba cuando fue la última vez que estuvo completa.
Mucho menos la fecha en que las pasiones dieron su adiós definitivo.
Descorrió la sábana como era habitual.
Dejó las pantuflas del lado izquierdo, una al lado de la otra,
mirando al sur...y se acostó.
Estiró su humanidad a todo lo largo.
Miró el techo. Apagó la luz.
Se dio un suspiro final y la misma lágrima de siempre,
lo mecía hasta el sueño en el que volverían a encontrarse,
como hace años, como ayer.

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