miércoles, enero 06, 2016

Vagabundo


Llueve. La gota se queda reflejada en el vidrio del ómnibus en medio de la ruta, en medio de la nada.

Tal vez pensando en ella, o solo mirando el paisaje es que se abstrae un momento de esa geografía, de puntos infinitos, de letanía y recuerdos a flor de piel.

El beso, la caricia, la voz entrecortada, el tragar saliva, respirar profundo o solo escuchar el silencio.
Una combinación que lo remonta a ese lugar en ese instante delante de ella,. tomando su mano temblorosa.

Él sabía que era ella y nadie más. Que el momento de la historia no era el más adecuado, pero quiso saber más de su persona.

Oler su piel, saber si lo extrañaba, si pensaba en él. Lo que se dijeron y las coincidencias le gustaban, lo atrapaban, lo envolvían. Lo asustaban ?.

Por un instante quería ser un perro vagabundo buscando su destino en la vida, algo que cada tanto se preguntaba.

Esa melodía: "voy a esperarte en esta puerta, voy a llamar a la estrella para poder verla".

Sabía, eso sí, que ella también estaba en igual condición de sensaciones y deseos, pero por las dudas con el freno de mano puesto.
Ya había tenido muchas marchas atrás y no quería una más.

Se dieron un beso más, tan dulce como el primero y él se bajó en su destino, para encontrarse con su piel otra vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa gota también refleja la lagrima que suavemente cae en su rostro dibujado en el reflejo de la noche de luna llena, esperando escuchar la hermosa melodia del susurro del mar en sus oídos. Hasta que al fin llegó y pudo oler a su amo, volvió a ese lugar, volvió para quedarse a su lado y pudo saber que ese era su lugar y su destino