miércoles, enero 06, 2016

Nena



Y si, ella estaba ahí, aferrada a la sábana. Estrujándola. Poseyendo algo que era solo para arrugarla.

Era sentir, vibrar, volar y transportarse a un lugar explorado en otras circunstancias, pero al mismo tiempo al que estaba descubriendo.

Se dejó llevar por sus besos, por el olor de su piel, y esas miradas que cruzó en más de una ocasión, pero que ahora tenía muy cerca. Suspiró, y eso también comenzó a formar parte de sus momentos.

Y sí, continuó agarrada a las sábanas con fuerza. 

Esbozó una sonrisa. Entrecerró los ojos. Lo sintió. Su lengua, su calor. El de ambos.

Entrecortada su voz, abarcó todo el lugar y siguió riendo, como una nena. Como su nena.

Una música, una voz que no era la suya, pero al mismo tiempo los pensamientos similares: "2 a 1", le transmitió con la mirada, al abrazarlo por debajo de las sábanas.

Siguió viajando con su mente, su alma, el cuerpo y más. Se relajó. Se dejó abarcar nuevamente y sí, volvió a sentirlo. Sus manos, sus caricias y sus besos que la transportaban a una galaxia aún desconocida.

Quería subir a una nave espacial. Cruzar la estratósfera y tocar el sol. Pero ahora estrujó la sábana y sonrió una vez más. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que hermoso es el interior puro, aquel que puede volar y sentir con la caricia, la piel, los besos, con la ternura de la inocencia.Tener a flor de piel ese sentimiento noble, que solo le permite sentir besos profundos, caricias suaves y fuertes para llegar al extacis del amor y aprender a volar tal cual lo hace una mariposa desplegando sus alas y todos sus colores hasta tocar el cielo con las manos