martes, noviembre 22, 2016

Ruta




Ruta. Mojones que van marcando las distancias, casi las mismas que hay de un momento al otro. De un sí a un no, de un "tal vez" a un "puede ser".
Ahí estaban recorriendo el camino, hablando. Sintiendo. Viviendo el momento a pleno.
Lo sintió así. La miró sabiendo que no era una de las tantas ilusiones que tenía con ella, que era real, que ahí estaba, acariciando su cuello mientras la velocidad superaba los 90 km.
Ella estaba bien, contenida, al menos era lo que le transmitía y por momentos le dejaba entrever esa sensación.
La noche, profunda como los besos que se habían brindado minutos antes, era la compañía ideal para pensar que todo era real y no un sueño efímero.
Se dijeron algunas verdades. Se ocultaron otras. Se prodigaron besos y abrazos y se reservaron otros.
El tiempo fue ese enemigo que todo lo convierte en efímero y al mismo tiempo intenso.
Se regalaron la última sonrisa en diagonal y supieron que nada y todo lo que les sucedió, fue producto de sus deseos y de esa luna llena que los cobijó.

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