martes, enero 22, 2008

Escaneo

La hoja estaba en blanco, pero su mente no.
Bucaba imágenes, recuerdos, frases y cualquier cosa que lo uniera a ella, aunque más no sea por algunos segundos.
Para su sorpresa cayó en la cuenta que eran muchas las cosas que tenía de ella.
Su risa, su desfachatez y su locura. Pero también estaban sus miedos -que eran suyos- la sensibilidad a flor de piel y esas ganas locas de volver a ver un amanecer compartido.
Ella le había pedido mantener la magia, más allá de cómo fuera sucediendo la historia y como todo lo que conlleva una cuota de lo desconocido, pidió tiempo y un poco de paciencia.
Tenía el crédito abierto, con toda la confianza que eso significaba.
Cada vez que podían, y últimamente eso sucedía a menudo, se describían cómo eran, sus gustos, preferencias, odios y rencores.
El escaneo mutuo no era algo aislado. Formaba parte de un horizonte que se avizoraba de un mismo color, con risas y sueños en partes iguales.
Con un halo de misterio se desnudaron en palabras y elaboraron un camino con nombre propio, pese a los obstáculos, que eran muchos, antes que el barco partiera de tierra firme.
Él se quedó dormido con una sonrisa y ella se despertó con una frase que la marcó por siempre: "...le pidió a los reyes un hombre, que nunca la deje sola".

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