sábado, septiembre 16, 2006

Superficie















Un viaje al centro de la tierra, más allá de la razón.
Sin paisajes, monótono, con algunas curvas y ese sueño de salir.
Ruido, apretujones, la mano que la sostiene en un punto de la travesía.
Alguien pide ver el sol ante tanto gris.
La puerta la acerca a él, en un encuentro impensado, pero deseado durante días, a la misma hora , en el mismo andén y vagón.
Sin embargo hoy es diferente, quedaron frente a frente. Debe ser el "tránsito" pesado de los viajeros.
Cruzaron sus miradas profundas, agudas, de inspección, de ternura.
El vaivén los hacía tocarse sin tocarse, sentir las respiraciones y jugar con ese mechón que a ella le tapa el ojo izquierdo modificando su geografía facial y haciéndola aún más inquietante para una modesta vida que él llevaba, sin más sobresaltos que el regreso a su casa, donde una cama estaba vacía desde hacía tiempo y el calefón funcionaba a veces.
En un momento, doblando una avenida ella lo pisó sin querer y sus ojos le pidieron disculpas.
El aguantó el profundo dolor, el taco había llegado hasta el alma y con una sonrisa le dio a entender que todo estaba ok.
Hubiera querido decirle muchas cosas, pero su ultratimidez siempre era un freno para sus pensamientos.
Ella sin verlo lo espiaba, había algo que la inquietaba y se sentía extraña.
"Debe ser mi imaginación", se convenció y trató de pensar en qué cenaría.
Se le hacía largo el viaje, pese a que era menos de media hora.
El estaba feliz así y quería seguir así hasta la estratósfera y de ser posible hasta el sol.
Finalmente, la orda los separó.
Fue en un abrir y cerrar de ojos que él la perdió.
No obstante descendió y la siguió por escaleras y pasillos, hasta que no pudo más y se quedó viendo la letanía de azulejos, de pasos rápidos, de vértigo, de la inanición de amor que arrastraba.
Echó una bocanada de aire tratando de recobrar algo que había perdido y le dejó unas monedas al guitarrista, pseudo-compositor, y subió a la superficie, para sentir el aire.

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