viernes, octubre 29, 2010

Conquista


Voces, recuerdos, sonidos, son tantos como dientes tiene su sonrisa, como el alba se despereza en esta mañana de primavera.
Que diferente es el día a la noche, el reír a llorar, el verla a los ojos o no tenerla pensó mientras revolvía el café y escuchaba el ruido de su estómago que le daba un desabrido saludo matinal.
Si tan solo este momento pudiera perpetuarse, o al menos extenderse.
No estaba solo, ella aún jugaba entre las sábanas, las que mantenían sus temperaturas corporales, que los cobijó y hasta fue una especie de cómplice amatorio.
Un paisaje natural en una habitación, un fulgor de pasión, la misma forma de sus curvas que hacía mucho tiempo lo habían cautivado.
El despertar era distinto, deseado, con una sonrisa, con ese exacto beso en el lugar más recóndito de su figura, como si él lo hubiera colonizado, con una bandera de colores cambiantes.
Ella se dejaba conquistar con caricias y besos y respondía con un gemido cómplice, cautivador e irrepetible.

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