miércoles, febrero 20, 2008

Naufragio


Las distancias magnifican las cosas, los árboles parecen más frondosos, los horizontes más profundos y los amores más intensos.
Pero hay también quienes creen que las soledades producen esos efectos, por el vacío que cada uno tiene adentro.
No faltarán aquellos que sostengan que el rencor, el odio y la envidia ofician de transportadores de sensaciones ajenas, más allá de cualquier momento que se transite.
Algunas veces, sólo algunas, muchas de las cosas que se piensan están en otra sintonía con lo que se pueda sentir o planificar.
Las palabras cursan por cornisas tan finas que a veces dan la impresión que caerán en un profundo vacío, de las que difícilmente regresen sin secuelas.
En ese juego, peligroso e inquietante, las personas creen encontrar una efímera felicidad, la gloria perdida o un amor no correspondido.
Todos suelen aferrarse a algo o alguien como una tabla de salvación de vaya a saber qué naufragio.
Sin embargo no se dan cuenta que los corazones bucaneros no tienen manera de detener el rumbo, cualquiera fuera el elegido.
Así estaba él, a punto de tomar el ómnibus. La iba a ver y quien sabe lo que podría suceder.

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